martes, 23 de julio de 2013

Adonis




El tipo era impresionante.  Alto, cabello larguito, bronceado, dientes blancos y sonrisa que afloraba al instante. Pero lo más impactante de todo eran esos ojos indefinibles pero tan tristes que sentías la necesidad absoluta de darle consuelo.
Tenía huestes de mujeres a su alrededor.  Algunos dirían que semejaban palomas en vuelo, otros abejas en primavera y unos más hembras; sencillamente hembras con ganas de macho.  Por supuesto no de cualquier macho, de este tan magníficamente bien dotado.
Lo curioso del caso es que él se dejaba adorar.  Comía galletitas recién horneadas, pedazos suculentos de tortas aun tibias, perniles en salsas delicadas y suaves y demás premios de la gastronomía y  recibía multitud de regalos.  A todas les daba las gracias con una de sus sonrisas y una de esas miradas y ellas seguían ahí cautivas.  No se puede decir que dispensara más atención a una que a la otra pero cada una se sentía la favorita de semejante galán.
Una noche entre tantas noches vieron llegar al hermano de  nuestro héroe.  No entendían como semejante adefesio pudiera ser pariente del hermoso.  No comprendían mirándolo a la cara como este ser de cabello hirsuto y sucio, ojos miopes e incluso bizco, cuerpo flaco hasta el extremo de parecer la muerte misma pudiera ser hermano de ese dios.
Pero era su hermano, pues de esa forma lo presentaba, se saludaban afectuosamente, incluso se daban un beso en cada mejilla y procedían a ir al fondo del negocio a hablar de la familia, los amigos y cuanto tema pudiera sucederse.
Curiosa una de sus admiradoras y con ganas de ganarse al cuñado entró al cuarto oscuro y los vio.  El bello, el magnífico hombre suplicaba por un beso.  Solo un beso del espantajo aquel, mientras el otro se hacía desear como antes lo hacía nuestro hermoso caballero con sus damas.
La mujer no pudo dejar de dar un chillidito y salir corriendo a contarles a todas el suceso.  El galán se quedó solo y triste.  Tiempo que nuestra curiosa aprovecho para hacerle aún más compañía y adorarlo sin prisas  y sin mayores competencias.   Luego de un tiempo el galán fue todo y solo suyo y contó la verdad.  Era todo un macho dispuesto siempre a darle lo que deseara ya que eso de que fuera homosexual era un invento del que se había valido para espantar a tanta competencia.  Es que en la guerra y en el amor todo se vale.

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