El tipo era impresionante. Alto, cabello larguito, bronceado, dientes
blancos y sonrisa que afloraba al instante. Pero lo más impactante de todo eran
esos ojos indefinibles pero tan tristes que sentías la necesidad absoluta de
darle consuelo.
Tenía huestes de mujeres a su alrededor. Algunos dirían que
semejaban palomas en vuelo, otros abejas en primavera y unos más hembras;
sencillamente hembras con ganas de macho.
Por supuesto no de cualquier macho, de este tan magníficamente bien
dotado.
Lo curioso del caso es que él se dejaba adorar. Comía galletitas
recién horneadas, pedazos suculentos de tortas aun tibias, perniles en salsas
delicadas y suaves y demás premios de la gastronomía y recibía multitud de regalos. A todas les daba las gracias con una de sus
sonrisas y una de esas miradas y ellas seguían ahí cautivas. No se puede
decir que dispensara más atención a una que a la otra pero cada una se sentía
la favorita de semejante galán.
Una noche entre tantas noches vieron llegar al hermano de nuestro héroe. No entendían como
semejante adefesio pudiera ser pariente del hermoso. No comprendían mirándolo
a la cara como este ser de cabello hirsuto y sucio, ojos miopes e incluso
bizco, cuerpo flaco hasta el extremo de parecer la muerte misma pudiera ser
hermano de ese dios.
Pero era su hermano, pues de esa forma lo presentaba, se saludaban
afectuosamente, incluso se daban un beso en cada mejilla y procedían a ir al
fondo del negocio a hablar de la familia, los amigos y cuanto tema pudiera sucederse.
Curiosa una de sus admiradoras y con
ganas de ganarse al cuñado entró al cuarto oscuro y los vio. El bello, el
magnífico hombre suplicaba por un beso. Solo un beso del espantajo aquel,
mientras el otro se hacía desear como antes lo hacía nuestro hermoso caballero
con sus damas.
La mujer no pudo dejar de dar un chillidito
y salir corriendo a contarles a todas el suceso. El galán se quedó solo y triste. Tiempo que nuestra curiosa aprovecho para
hacerle aún más compañía y adorarlo sin prisas
y sin mayores competencias.
Luego de un tiempo el galán fue todo y solo suyo y contó la verdad. Era todo un macho dispuesto siempre a darle lo
que deseara ya que eso de que fuera homosexual era un invento del que se había
valido para espantar a tanta competencia.
Es que en la guerra y en el amor todo se vale.
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