miércoles, 24 de julio de 2013

Mujer sol





Me dispuse a dormir.  Era tarde, ya no siento sueño como antes pero igual hay que dormir y por supuesto la forma de hacerlo es ponerse el pijama, meterse en la cama y disponerse a dormir. 
Tengo frío.  Busco entonces un par de medias y mi cobijita de imitación de piel de tigre (Recuerdo cuando siendo una niñita, con el dedo índice y pulgar quitaba pedacitos de lana de la cobija y hacía bolitas que arrojaba una a una al piso).  La coloco abajo de la sábana y me envuelvo en ella.  Nada.  Continúo con frío y dormir así es difícil. Ya tomé algo caliente y puse más cobijas en la cama, finalmente logro dormir.  Me despierto sudando y  sintiéndome helada.  ¿Será psicológico el asunto? 
Vuelvo a dormir y no sueño nada.  Me despierto de mal genio y puteando al frío.  Me quitaré este hielo con agua caliente pero,  ¿y el mal sabor que me ha quedado en el alma con qué me lo quito?
La gente dice que es mejor el frío que el calor pues para calentarse se toma uno algo caliente y se abriga y para el calor después de que se quita uno la última prenda ya no hay nada que hacer.
Pero no es cierto.  Uno se puede abrigar todo lo que pueda y quiera y si siente frío nada lo calmara.
Detesto el frío.  Soy una mujer sol y aire libre y viento y cabellos revueltos y risas y sonrisas y por supuesto carcajadas.  No una mujer encierro, abrigos, bufandas guantes y tristeza.

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