sábado, 13 de julio de 2013

Cuidadoso




La vida era buena... eso era lo que se repetía todos los días y daba gracias a Dios mirando al cielo.  Vivía abajo de una enorme roca, tenía pocas cosas pero comida nunca le faltaba, ni ropa y era muy atlético y saludable.
Le gustaban la humedad de su casa, su privacidad y que por eso mismo vinieran de visita sus amigas.   Ellas lo hacían con frecuencia; razón por la cual casi nunca estaba solo.
La gente diría que era importante la familia, pero a él le gustaba más su estilo de vida y se sabía más útil también.  Así que cumplía a cabalidad con el sagrado mandamiento de multiplicarse.  Tenía a su haber muchos  hijitos.  No veía por ellos pues ellas nunca se lo pidieron y ninguna intentó siquiera quedarse a su lado. 
Él jamás había dudado en hacerle el “favor” a la amiga que lo necesitara y llegara hasta su vivienda a pedírselo.
A nuestro héroe no le gustaba vivir en casas a pesar de que habían varias cerca, pues él consideraba que era exponerse a que cuando lo vieran le dieran un pisotón y hasta ahí llegara su cómoda existencia.

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