Cuentos de los hermanos Grim
Y ese bendito sapo insistía en que la princesa le había prometido ser su
amiga si le ayudaba a rescatar su bola dorada del lago. ¿A qué sapo se le
ocurre que uno puede desear ser amigo de un batracio? Por supuesto que él,
que decía haber sido un príncipe antes y
ahora seguir siéndolo a pesar de estar
atacado por el hechizo de una bruja mala, debió haberlo entendido.
La princesa habría prometido lo que fuera por rescatar aquello que ella
tanto apreciaba.
Y luego... claro... los machos se confabulan y el padre insistía en que
ella debía cumplir con la promesa que le hizo. Una promesa que según el
sapo cada vez se llenaba de más requisitos y condiciones. Que debía sentarse a la mesa al lado de
ella. Luego, que debía comer de su plato…
demostrando que si había sido príncipe alguna vez no había aprendido
modales. Después que debía dormir en su
cuarto… incluso en su misma cama.
Y el padre que parecía desesperado por desembarazarse de la princesa y
que aceptaba todo lo que se le ocurría al bicho-príncipe.
Yo la verdad no entiendo como al final del cuento ella se enamora del
inicialmente sapo, luego príncipe encantador y después sapo de nuevo.
Y es que claro… yo entiendo que cualquier mujer tratada como la trataba
el sapo-príncipe se volviera “bruja” y le hiciera el maleficio de que las
mujeres lo vieran como realmente era… un sapo.
¿Será que las mujeres valoramos las
niñerías y las mentiritas "piadosas" de las que nos hacen objeto los
sapos-príncipes-sapos? De buena fuente sé que nos gusta rescatar hombres
en problemas. Creemos a pie juntilla que
si el tipo es un bebedor lo vamos a curar porque lo amamos y lograremos hacer
que nos ame. Pensamos que si es
mujeriego nuestro amor y ser tan hermosas con ellos nos va a librar de cuernos
y de infidelidades. Pero no es
cierto. La gente cambia porque desea
hacerlo y no porque otra persona aun si es la persona que más los ama y quiera que sean felices dejando de lado los
defectos que seguro los hacen o harán sufrir.
Esto de los cuentos de hadas nos ha
hecho mucho daño a las mujeres que nos quedamos soñando príncipes azules y
esperando lo que nunca va a suceder.
Finalmente hombres y mujeres somos sencillamente eso… hombres y mujeres.
Esa locura de andar besando sapos
está transformando nuestra sociedad y nuestras familias.
Hay que aprender que los príncipes
azules no existen y que debemos amar a nuestra pareja con las virtudes y defectos
que posee y esperar que nos ame como
somos.
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