Definitivamente era imposible la vida que llevaba. Daba unos pasos y sentía que rodaba por un tobogán; o de pronto tenía que subir una escalera larga y cuando menos lo pensaba y casi sin motivo ni razón bajaba de nuevo. Era un ir y venir sin fin. Y encima de todo a veces tenía que esperar un buen rato para poder moverse o caminar o realizar cualquiera de las acciones que le eran permitidas.
Estaba completamente harta de ser la pieza de un juego de escalera.
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