miércoles, 7 de agosto de 2013

Alborada.


Despertó feliz y sorprendida. Amaneció, como le gustaba, antes del amanecer. De sus ojos aguarapados brotaron cristalinas y límpidas cascadas de agua fresca, rocío matinal para su cuerpo en flor. Aquel río bañó los picos de sus senos e inundó cada uno de sus valles, simas y colinas. De las pupilas le brotó la luz del sol y un arcoíris se dibujó en su sonrisa. Volaron cincuenta gaviotas blancas de las comisuras de sus ojos, iluminando el horizonte azul. A cada paso de su andar sereno volaron mariposas multicolores y suspiró encantada. Al reír, una brisa fresca bañó la mañana. ¡Amanecía!
B. Osiris B.

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