jueves, 8 de agosto de 2013

Maravillas de Dios






Dios en si infinita misericordia me ha permitido ser ama de casa.  Permanecer en mi hogar, atendiendo a mi familia.  (Algunos creen que las mujeres que lo hacemos nos anulamos) yo no lo creo así y doy gracias por poder serlo.
Tengo un gato que se llama Gustavo Adolfo Bécquer Lara y un hermoso jardín cargado de flores y en un rincón disfruto de una fuente que no solo es hermosa a la vista sino al oído.  Hay también un árbol de brevas al que llegan las aves a cantar en la mañana y a alimentarse de los dulces frutos que produce.
Hoy bajé atendiendo alguna de las múltiples ocupaciones que me entretienen y veo a mi gato en mitad del jardín mirando al cielo.  Amo ese animalito y siempre lo observo.  Ya en la cocina escucho el ruido de un ave, no se puede llamar canto pues lo que hace es como discutir.  Me da un poco de temor pensar que lo cazara el gato y salgo al patio y lo que veo me llena la cara de sonrisas.
El ave, le alega a mi gato.  Parece que le recrimina que no lo deje estar tranquilo y alimentarse a gusto de los dulces frutos.  El gato lo observa sin hacer lo que acostumbra.  Ponerse en posición de cacería o de juego.
No puedo dejar de darle gracias al creador por tanta belleza y no solo por ella sino por permitirme a mí gozar de ella. 
Yo también entonces miro al cielo y le agradezco a Dios y llamo al consorte a darle las gracias porque por su trabajo y a que gana lo suficiente yo puedo recibir esas bendiciones.
La gente puede pensar que son nimiedades, para mí son grandes maravillas y bendiciones.

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