Y
Dios nos regaló dos ojos para ver.
Dos
lindas orejitas para escuchar.
Y
solo una boca para hablar.
¿Qué
nos querría decir con eso?
Las margaritas de Octavio Octavio amaba las margaritas, pétalos blancos con corazón dorado; repleto de dulce polen. Pero en la calle ochent...
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