miércoles, 7 de agosto de 2013

En tablas



Toso y me estremezco, sueño que nado en un río de aguas turbulentas y que estoy muy cansada.  No me dejo llevar, lucho contra la corriente y me golpea el agua y las piedras lastiman mis piernas y mis brazos.
El agua como por osmosis me penetra me hace más y más pesada.  Intenta llevarme al fondo, pero yo lucho.  Insisto en ir rio arriba cuando el rio me quiere llevar abajo.
Terquedad, dirán algunos.  Necesidad, digo yo.
Por fin después de manotear ya sin razón ni sentido.  Logro llegar a la orilla.  Me agarro de una rama y logro sentarme con mucho esfuerzo sobre una piedra.  El sol me da de lleno; con fuerza.  Me calienta.  Seca el agua de mis ropas y me adormece.  Luego de un buen rato -supongo- y ya repuestas mis energías, miro el río y me rio de mí y de él.  La lucha fue intensa y empatamos.
Al final de cuentas estoy en el mismo sitio desde el que empecé la lucha.  No sé por qué motivo debía nadar, ni a donde debía ir.  Solo sé que ahí estoy.

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