lunes, 19 de agosto de 2013

La hechicera


La hechicera lee el códice: “De pie, frente a una gran mole de xocolatl, enciende fuego sagrado, consagra tu vida al gran Ek Chuah. Él intercederá por ti ante el supremo Hunab Ku y te dará salud y vida renovadas, hasta el próximo haab”. Cierra con calma el sagrado libro maya. Frente a un altar improvisado, a la vista de todos, comienza el rito. Se encienden las llamas, pronuncia unas frases ininteligibles. En silencio, se consagra a Ek Chuah una vez más. Cierra los ojos, inhala los humos expelidos de la pequeña hoguera y, en una exhalación –tal como lo indica el códice- sella su pacto, apagando el fuego. Cuenta la leyenda que de esta mole han de comer no menos de cinco “infieles”, para rendir tributo Ek Chua, dios del xocolatl y mensajero ante Hunab Ku, para rendir tributo y garantizar la eterna juventud. La hechicera reparte en cada trozo su secreto tributo. Sonríe en silencio, mientras siente en cada fibra de su cuerpo la energía que la nutre, rejuveneciendo su piel y sus órganos. Siente renovados bríos, su sonrisa resplandece con el último trozo compartido. ¡El rito se ha cumplido y los dioses la han premiado!

B. Osiris B.

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