miércoles, 28 de agosto de 2013

El Amante



Al pobre hombre nadie lo comprende. Lo tachan de mentiroso o de inconstante. Nadie entiende la naturaleza del hechizo que lo ata a su comportamiento veleidoso. Nadie sabe ni sabrá nunca cuánto sufre porque, al enamorarse y sentir que todo puede durar para siempre, salen de su boca esas palabras fatídicas que lo torturan. No sabe cómo, no sabe cuándo, ellas fluyen de su voz. Asombrado, siempre se sorprende diciendo a su amada la frase: “Se me acabó el amor”. Esa es la señal para partir de nuevo, buscando paliar su sufrimiento en otros brazos, para refugiarse en otra vida. Sigiloso y taciturno, hace las maletas y emprende la retirada, una veces acompañada de insultos, otras de llanto, las más de una larga retahíla de preguntas que él no puede responder. Y lo juzgan. Pero nadie le ve llorar al sufrir los efectos de la maldición que pesa sobre su destino. El destino de no amar nunca a una sola mujer, de no sentir el afecto y la ternura de un único amor. Una vez más ha llegado la hora de partir, sin adiós, sin despedidas. Y así vagará, solitario e inconstante por siempre jamás. 

B. Osiris B.

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