jueves, 1 de agosto de 2013

Conjuro

Regalo de precumpleaños, jajajaja



La noche del cincuenta aniversario de su encarnación, la nigromante se adentra el bosque para invocar a sus demonios. En ritual sagrado, se despoja de sus ropajes al momento que, de entre las sombras asoma un oscuro corcel, macizo, con musculatura bien definida, de pelaje brillante y ojos diamantinos. ¡Es la señal! Se entrega a aquella criatura con furia y pasión, conjurando al fantasma de la vejez, al que tanto le teme. Oscura noche, iluminada solo por una luna brillante. Entre las sombras proyectadas por la hoguera, se intuye la vorágine de una entrega sin medida, de un demonio y su sierva, su amante. Entre jadeos y alaridos, crujen las hojas, aúllan los lobos en la lejanía. De pronto, un gran silencio. Cual cómplice de la satánica cópula, la luna se oculta tras unas nubes que hace instantes no se intuían. Se oye un galopar bravío que se aleja a toda prisa. Al pie de un árbol yace –adolorida, pero feliz, en la certeza de su renovada juventud- Patricia. El rito se ha cumplido. Pagó su tributo y recibió, como hace media centuria, su recompensa. A lo lejos, camino del pueblo, se agolpa una multitud. Cada vez se suman más antorchas y gritos. Alguien los arenga. Patricia, con sonrisa malévola, suspira. ¡Es hora de emprender el viaje!
B. Osiris B.

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