viernes, 30 de agosto de 2013

A cara y sello





Y cómo si fuera poco; ahora todo el mundo se creía con el derecho.  ¡Pero si fuera solo el derecho!  Se creían con el deber de intervenir en su vida.  Decían como sin querer... pero realmente queriendo.  “Lo que tú debes hacer es esto o es aquello”.  Y luego lanzaban al aire un montón de palabras que ella ni escuchaba siquiera pues sabía que nadie diría lo que ella quería escuchar.  Es que para hacer cosas lógicas no hay que pensarlo mucho, lo ilógico, lo que dicta el corazón y/o las ganas es otra cosa.
No, para que escuchar tanto consejo, lo mismo era tirar carisellazos hasta que la "suerte" decidiera; así hubiera que tirar la moneda una y otra y otra vez, hasta que dijera lo que uno quería con locura hacer... que siempre no es lo que es lógico, normal o lo mejor.

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