Por ahí va ese niño engreído, mimado, flechando corazones sin ton ni son. Le gusta divertirse; es en realidad lo único que hace. Empareja personas disimiles, las más diferentes de todas. Si alguien dice me gustan las mujeres altas y delgadas, él se da a la tarea de buscarle, a la de toda la vida, a la que será para siempre... chiquita y gordita.
Se divierte. Finalmente es un chiquillo que aún no razona, no
piensa en los otros y se divierte.
Y Claro; sus contrarios son los sicarios del amor. Ellos van por
el mundo rompiendo corazones, dañando relaciones y siendo también
felices. Y es que ellos ya no son niños, pero son dos adolescentes que se
sienten apoyados el uno en el otro y tampoco han madurado aun.
Al parecer solo la inexperiencia y la juventud están unidas al
sentimiento máximo de la existencia humana.
Ahora yo me pregunto... ¿El odio será
una vieja amargada y loca?
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