sábado, 11 de mayo de 2013

Tentempié




Érase una vez un estómago adolorido y hambriento que deambulaba por un cuarto oscuro. Llegaron a sus predios dos hermosos y coquetos mangos de bocado, olorosos, tersos y turgentes. ¡Y colorín, colorado, los mangos se han acabado!

B. Osiris B.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Las margaritas de Octavio

Las margaritas de Octavio  Octavio amaba las margaritas, pétalos blancos con corazón dorado; repleto de dulce polen. Pero en la calle ochent...