Érase una vez un estómago adolorido y hambriento que deambulaba por un cuarto oscuro. Llegaron a sus predios dos hermosos y coquetos mangos de bocado, olorosos, tersos y turgentes. ¡Y colorín, colorado, los mangos se han acabado!
B. Osiris B.
Las margaritas de Octavio Octavio amaba las margaritas, pétalos blancos con corazón dorado; repleto de dulce polen. Pero en la calle ochent...
No hay comentarios:
Publicar un comentario