Nació un día cualquiera, de un mes cualquiera de un año de difícil recordación. La vieron crecer haciéndose más hermosa a cada instante. Un día cualquiera se enamoró, se casó, concibió hijos y fue feliz e infeliz en intervalos de tiempo. Superó dificultades que otros no habrían podido soportar. Fue tan fuerte que parecía imposible que lo fuera tanto. Sonreía, reía y lloraba pero siempre seguía con un brillo en los ojos y el rostro rosa y terso.
Parecía imposible que hubiera alguien tan fuerte. Lo que nunca supimos fue en qué momento murió. Si fue en el mismo instante en que nació o en un periodo un poco o un mucho después.
Era un ser tan vital que ella misma nunca se enteró que siempre estuvo muerta. Que la vida era tan insoportable que prefirió morir antes de vivir y por eso se llama “Siempreviva”
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