lunes, 17 de octubre de 2011

Escargots

Y el día fue muy largo; se deslizó tan lentamente como un pequeño caracol y se fue diluyendo igual a él al desplazarse valientemente sobre una rebanada de tomate maduro cubierto con sal y limón -valiente él-

Eso no hace parte de mi imaginación febril. En realidad conocí uno de esos chiquitinos que si lo hizo. Les cuento para que luego no digan que no explico nada...

Estábamos en la costa Atlántica en un sitio que se llama Playa Blanca y como no me gusta el pescado pedí pollo frito con ensalada fresca. -en realidad era muy fresca la ensalada- Al llegar a la mesa el plato y probar el pollo me dio un fuerte olor y sabor a pescado. Le pedí a la camarera que me cambiara la porción pues de haber querido comer pescado habría pedido pescado. Ella nada amable se rehusó a hacerlo, no soy mujer de andar peleando por tonterías así que un amigo se comió el bendito pollo-pescado y yo procedí a dirigir mis ojos hambrientos a la ensalada.

Lechuga y tomate era todo lo que contenía, me imagino que con limón o vinagre y por supuesto sal. Desolada miraba mi verdirroja comida cuando noto que algo se desplaza alegremente por la verde lechuga y va a parar al tomate rojo. Un hermoso y chiquitín caracol camina sin saberlo hacia una muerte segura.

La camarera sonriente y vencedora se me acerca y me pregunta si me comí el pollo, le digo que no y que por supuesto como tampoco me gustan los Escargots pude comerme la ensalada. Ella seguro no sabe que es Escargots y yo procedo a enseñarle con el dedo el animalito que lentamente se deslíe sobre el tomate. Ella mira asombrada primero y luego pensando que no le voy a pagar el plato de "comida" dice con tono un tanto aleccionador: “A la gente que es así, le pasan esas cosas"

Y por supuesto tirurin tirurado este cuento se ha terminado.

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