jueves, 13 de octubre de 2011

La profesión más antigua de todas

Cuando uno camina se encuentra cosas curiosas y nota uno la inhospitalidad de las ciudades frente a las personas. Si eso de cruzar una calle se vuelve una misión imposible para una persona sana que podrán sentir los individuos que de una u otra forma están privados de la movilidad por tener algún defecto físico.

Camino un tanto distraída aun cuando se que debo llegar a un sitio específico. Cruzo una calle que no debo cruzar por estar mirando un camión enorme. Veo esas llantas grandes, casi de mi tamaño y me imagino que a alguien se le habrá ocurrido pasar bajo el vehículo en movimiento debido a la lentitud con la que se desplaza. Recuerdo, no un recuerdo como tal sino una historia. Una niña pequeñita que pasa bajo un tren sin saber que no está completamente detenido, las ruedas le aprietan el vestido, la envuelven con él y la introducen bajo el monstruo de acero. No se perdió la vida porque aun no le "tocaba" pero si el brazo y las heridas tardaron en sanar y el daño físico y emocional jamás se superó tampoco.

Al cruzar mal la calle quedó en frente de bares de mala muerte llenos de mujeres de la "vida fácil". ¿Qué de fácil tendrá dejarse llevar a la cama o a un rincón cualquiera por unos pesos sucios y unos hombres sucios? ¿Qué de fácil tendrá tener que vender el cuerpo y “gozar” el sexo con cualquiera? Lo cierto del caso es que veo un vendedor ambulante de "reconstituyentes" masculinos. Bebidas cargadas de sustancias que los harán convertirse en "toros" para hacer "disfrutar" a una mujer que muy seguramente como muchas solo fingirá orgasmos o "calenturas". ¿Por qué un hombre paga por un "viagra mental" para acostarse con una mujer cualquiera que también paga con billetes y a la que muy seguramente no volverá a ver pues me imagino yo; cuando regrese comprara un nuevo “artículo” y no uno que ya ha usado?

Veo a estas mujeres con sus caras maquilladas y ojeras profundas que sonríen a pesar de que la vida misma debe ser dolorosa. Soñando o deseando los pesos que llevaran a sus casas para alimentar niños muy seguramente famélicos y que aman a pesar de haber sido a lo mejor concebidos sin amor por cualquiera de esos hombres que sin saber o a lo mejor sabiendo le dejaron semillas para engendrar criaturas desconocidas.

Es raro encontrar a un hombre que acepte haber pagado por sexo y sin embargo cada día hay más prostitución en todos los niveles y en todas las clases sociales.

Yo solo paso por el lado de estas damas no precisamente de la noche sino de los días pues no se puede decir que no madrugan a trabajar, y paso y miro y me duelo y sigo hacía donde voy pero no las olvido.

¿Cómo es posible... que estos hombres las usen y las desechen como cosas? ¿Si ellos las tuvieron cerca, sintieron su calor y sus dolores y vieron a centímetros sus ojos sufrientes?

Yo no lo entiendo señor... yo no lo entiendo.

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