domingo, 11 de septiembre de 2011

Vejeces

Decidí hacerle frente. La miraba desde la infancia, luego la adolescencia y más tarde desde la juventud y pensaba que no le tenía ni tendría miedo, pero al ir pasando los años y tornarse tangible y cercana, demasiado para mi gusto. Me decidí a enfrentarla. No le iba a permitir que me siguiera atormentando. Pensar en las arrugas, las canas, las ojeras y hasta en el deterioro de huesos y piel me parecía demasiado, así que la encaré.

Le dije muy en su cara que no estaba dispuesta a permitir que hiciera conmigo lo que quisiera, que no podía esperar y menos soñar que yo no le diera gran pelea. Era entonces una guerra declarada y además a muerte.

Así que tomando cartas en el asunto acudí a doctores, compré cremas y ungüentos, me realicé masajes de unos y de otros y también me convencí de hacer ejercicio. No era eso lo único que tenía que hacer, además era mi obligación inmediata y perentoria vivir lo más alegre y feliz que pudiera desde ese mismo momento y hora.

Ella se retiró un poco, pero sé que me observa, que espera que yo baje la guardia para atacar de nuevo y ganar una batalla de las tantas que daremos pues también tiene claro que volveré a defenderme cuantas veces sea necesario y posible.

Tenemos una seguridad eso sí... ella sabe y yo sé que un día por fin será ella quien gane la partida, pero no se la pondré de ninguna manera fácil ya que yo nunca abandonaré mi lucha.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Fuera de contexto

  Hay muchas cosas que uno dice que se pueden sacar de contexto. Me gusta, prefiero pensar que la gente no es mala, que la malinterpretamos....