lunes, 19 de septiembre de 2011

María la O

Acabo de tener una impresión muy fuerte. Tanto, tanto que no he logrado parar de llorar. Salí a retirar un dinero de un cajero automático y a pesarme, además tenía que averiguar unos marcos que mandé a hacer pues mi hijo los necesita urgente para una exposición que tendrá pronto.

Salgo de la marquetería e ingreso al almacén en el que hay un cajero y una báscula mejor que la mía, y ahí en frente, pero dándome la espalda esta ella. Mi mamita María la O, ella hace más de un año que partió para el cielo. Yo siento que mi corazón da un vuelco y me le acerco, le toco el brazo y la miro mejor, tiene su mismo cabello, su peinado, su pequeña giba, camina igual que ella e incluso mira desde sus mismos ojos. Por supuesto que no es mi abuela... al mirarla mejor la veo algo distinta pero es como si Dios me la hubiera mandado a recordarme que no estoy sola y que ella me bendice y él a través de ella, y que siempre está ahí para mí, que puedo confiar en su protección y esperar de la vida solo cosas buenas para mí y para mi familia.

Le digo: “Es usted igual a mi abuela" y responde con su misma sonrisa que seguro no camina con la pata torcida como ella. Mismas palabras, mismo desparpajo, misma sonrisa, misma mirada tierna y de las que penetran hasta el alma. Le digo que por favor me dé su bendición y lo hace como si fuera la misma María la O.

La sentí ahí, cubriéndome con su manto y cuidando de mí como cuando era una niña y dormía a su lado.

Gracias Mamita.

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