domingo, 18 de septiembre de 2011

Así como la vida misma

Y los años, nos arrebatan la juventud y con ella, también la memoria y nos dejan convertidos casi en un libro viejo que tiene tan desvanecidas sus páginas y en ellas sus letras, sus palabras, sus frases; que igual podría ser considerado un texto en blanco. El tomo entonces queda transformado en algo inservible; un libro que aun cuando sí fue escrito y contuvo conocimientos varios, incluso en amores, no puede ser leído, y mucho menos entendido ya que él lo único que posee o que conservó a pesar de los años, son sus hojas arrugadas, sucias, desleídas que ya no tienen nada para compartir, para contarle al mundo y menos al universo de lectores que seguramente apreciarían en un momento dado las enseñanzas que en su interior contuvo y que gracias a las inclemencias del tiempo y al paso de los años dejó de poseer.

Igual es la vida… Algunas veces borra nuestros recuerdos y nos convertimos en libros ajados que no se pueden volver a escribir siquiera, pues nuestras hojas están ya tan gastadas y sucias e imposibles de reescribir que no podríamos ni siquiera pensar en arrancar de cero.

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