Yo podía comer piedras, mi esposo decía que tengo estomago de gamín. En realidad tenía. Con esto de la dieta y de cuidarse tanto con la comida me cambió la digestión debe ser. Ayer regresando de ir al otorrinolaringólogo al que tuvimos que llevar a Laura pues parece que produce mucha cera en los oídos y se le obstruyen vimos un vendedor de "raspao"; el raspao es hielo raspado o molido al que le agregan colores y leche condensada, le ponen un pitillo y una cucharita para que uno se lo coma como quiere. Lo probé ya sin tanto gusto como antes y al llegar la casa le ofrecí a mi hijo algo más de la mitad de mi raspao. Le puse al de él un poco mas de leche condensada y se lo comió gustoso. Ya en la cama a eso de las 10 de la noche, sentí retorcijones en el estomago, fui al baño con prácticamente un cólico y nada. Leí un rato allí sentada a Poirot y nada, solo el dolor intenso. Le dije al consorte que por favor me masajeara la panza y luego de un ratico regrese al baño... nada. Que dolor tan hijuemichica. Lo único que comí diferente a lo permitido fue ese raspao. Prometo solemnemente no volver a cometer pecados. Pecados gastronómicos aclaro, los otros pecados como que son intrínsecos a mi personal personalidad y ni modo. Y pensar que un raspao es agua con colores y un poco de leche condensada. ¿Qué me podría causar algo más fuerte?
jueves, 8 de septiembre de 2011
El raspao y yo
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