Lloraba, lloraba inconsolablemente allí sentado en un rincón, en un escalón de la calle. Lloraba incansablemente, imparablemente.
¡Que triste imagen! Pocas cosas hay más tristes que ver llorar a un hombre adulto y más aún si lloraba como éste lo hacía.
Nadie se aproximaba a él y sus hombros se sacudían con paroxismos cada vez más fuertes. La gente pasaba y lo observaba sin atreverse a acercarse y menos aún a preguntar.
Lo miré bien y noté que era el cuñado de una amiga, así que aún cuando me preocupé un poco no era del todo un conocido mío y no me atreví a acercarme, además tenía cosas importantes que hacer y no podía detenerme a ver qué le sucedía.
Estuve todo el día en mis ocupaciones y en la tarde al regresar sentí curiosidad, así que sin tener que pasar por el mismo sitio en que había visto al doliente hombre lo hice, pasé por allí y para mi sorpresa aún estaba.
¡Que triste imagen! Pocas cosas hay más tristes que ver llorar a un hombre adulto y más aún si lloraba como éste lo hacía.
Nadie se aproximaba a él y sus hombros se sacudían con paroxismos cada vez más fuertes. La gente pasaba y lo observaba sin atreverse a acercarse y menos aún a preguntar.
Lo miré bien y noté que era el cuñado de una amiga, así que aún cuando me preocupé un poco no era del todo un conocido mío y no me atreví a acercarme, además tenía cosas importantes que hacer y no podía detenerme a ver qué le sucedía.
Estuve todo el día en mis ocupaciones y en la tarde al regresar sentí curiosidad, así que sin tener que pasar por el mismo sitio en que había visto al doliente hombre lo hice, pasé por allí y para mi sorpresa aún estaba.
Ojos enrojecidos de llorar, suspiros entrecortados, personas mirándolo desde lejos y él allí, cansado de llorar pero sin poder parar de hacerlo.
Me acerqué a él, lo observé bien y al constatar que efectivamente era el cuñado de la amiga le pregunté si podía ayudarlo en algo.
Me miró con ojos llenos de dolor mas no de reconocimiento, yo era un extraño para él, así que hipando y arrancando a llorar aún con más fuerza me dijo:
Estoy destrozado, no sé qué hacer. Me estoy muriendo de dolor, la mujer que amo… amaba murió hoy.
Asustado le dije: “¿Y por qué no esta en el velorio de su esposa?”. Él terriblemente acongojado me confesó: “No era mi esposa, era mi amante desde hace 10 años, la mujer de mi vida, está muerta, se murió hoy y no puedo ir a llorarla a su tumba; su esposo y mi mujer me matarían,
¿Puede haber dolor más grande que ése? , ¿Tener que llegar a mi casa como si nada pasara, no recibir un “mi más sentido pésame” de nadie y sentir que mi corazón se partió en mil pedazos, que se murió con ella, que partió con ella y no poder demostrarlo?
Estoy desolado, ¿no sé qué hacer? No puedo llegar a mi casa como si nada pasara. ¿Cómo explico tanto dolor y lágrimas?”
Me acerqué a él, lo observé bien y al constatar que efectivamente era el cuñado de la amiga le pregunté si podía ayudarlo en algo.
Me miró con ojos llenos de dolor mas no de reconocimiento, yo era un extraño para él, así que hipando y arrancando a llorar aún con más fuerza me dijo:
Estoy destrozado, no sé qué hacer. Me estoy muriendo de dolor, la mujer que amo… amaba murió hoy.
Asustado le dije: “¿Y por qué no esta en el velorio de su esposa?”. Él terriblemente acongojado me confesó: “No era mi esposa, era mi amante desde hace 10 años, la mujer de mi vida, está muerta, se murió hoy y no puedo ir a llorarla a su tumba; su esposo y mi mujer me matarían,
¿Puede haber dolor más grande que ése? , ¿Tener que llegar a mi casa como si nada pasara, no recibir un “mi más sentido pésame” de nadie y sentir que mi corazón se partió en mil pedazos, que se murió con ella, que partió con ella y no poder demostrarlo?
Estoy desolado, ¿no sé qué hacer? No puedo llegar a mi casa como si nada pasara. ¿Cómo explico tanto dolor y lágrimas?”
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