Afortunada o infortunadamente -No sé- nosotros éramos muy pobres. Pero no tan pobres realmente. No tuvimos huesito gustador, ni compartimos techo con alguien que no fuera de la familia. Hubo muchos amigos en ella que; o bien llegaban y se quedaban unos días o tan solo un momento, pero que por lo mismo eran familia. A ratos por bendición de Dios nos encontramos y recordamos locura media de la juventud y nos reímos mucho. Hace poco -pero no muy poco- tuvimos un campeonato de fútbol en una tabla confeccionada antes del juego. El trofeo. La tabla misma. Ver a nuestros hijos mirarnos. Con brillo en los ojos y resplandecientes de sonrisas sus caras y se llena el corazón de alegrías.
Me
encantaría encontrármelos más. Me gustaría disfrutar esos no sobrinos
-sobrinos-. Me encantaría volver a pasar por lo menos una noche bajo el mismo
techo con todos. Pues a esta edad, la añoranza de los tiempos idos, se
empieza a amontonar en el pecho.
Patricia Lara P.
No hay comentarios:
Publicar un comentario