martes, 26 de agosto de 2014

La mañana después del día en que ella murió





La mañana siguiente la vida continuó normalmente.  El sol salió como todos los días, y tuve que preparar desayuno igual que todos los días.  Lo engulleron como siempre de prisa y partieron.  Y yo me quedé sola pensándote, recordándote, extrañándote.  Reviviendo las charlas, las risas compartidas, el café negro y bien caliente.  Una lágrima afloró y se secó igualmente.  El sol se puso y la luna salió como todas las noches y acudimos a la cama y las cobijas calientes.  Otra lágrima fue recogida por la almohada y de nuevo la vida.
La recuerdo constantemente y sé que ella me cuida y está ahí acompañándome como siempre en las alegrías y posando su mano suavemente cuando hay tristezas.
Patricia Lara P.

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