sábado, 2 de agosto de 2014

Me dolió hasta el alma




Voy caminando metida en mis pensamientos.  Así como la gente ahora con el celular en el que tiene wasap, Facebook, twitter, google y todas las cuentas de correo electrónico conocidas y un par aun por conocer.
De pronto siento un dolor agudo, furibundo en uno de mis pies.  Veo estrellas, puteo, me agacho a sobarme y mi cabeza golpea la pared.  Ahora levanto las manos y quiero tocarme el chichón o recoger la sangre que seguro brota a raudales de la herida que me acabo de infringir y recuerdo mi pie. 
¡No sé qué hijuemadre hacer!  Para situaciones como esta, uno necesita más manos, más cerebro y menos dolor.
Por fin decido hacer las cosas en orden y miro para abajo sin inclinarme pues no quiero darme otro “tiestazo” y ahí si perder la conciencia primero y la poca razón que me queda después.  Pero siento que algo tibio corre por mi frente.  ¡Ahora si me fregué carajo!  Me rompí la carraca y acabo de ver con lágrimas en los ojos que mi dedito está curvado de manera extraña.
¡Mejor dicho!  No solo metí la pata.  Al parecer, cada que me dicen que soy cabecidura me mintieron.
Patricia Lara P.

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