lunes, 30 de septiembre de 2013

Reviviendo la pasión





En uno de esos sus arrebatos de sensualidad y coquetería se compró un baby doll muy sexy.  Pensaba que a esas alturas de la vida había que revivir  su matrimonio como fuera. 
Fue a la peluquería y eligió un tono rojo pasión para su cabello y se hizo hacer un corte muy de moda.  Compró labial rojo, tan rojo como nunca se había atrevido a usar.  Delineó sus ojos con un color ceniza sorprendente e incluso usó unas largas y atrayentes pestañas postizas.
Al mirarse al espejo ni ella misma lograba reconocer la mujer cotidiana.  La que llevaba la cara lavada siempre, si acaso con bloqueador y eso por el sol espeluznante que podía manchar su piel blanca y tersa y el cabello largo con hilos plateados recogido en una moña.
Nunca había sido una mujer a la que le había gustado llamar la atención de nadie; es más, casi se sentía una sombra en su casa y un objeto más en la vida de su marido.
Pero ella estaba decidida a revivir la pasión... si es que se podía llamar pasión a las noches insípidas que casi siempre habían vivido su compañero y ella.  El hombre nunca había sido muy ardiente y ella por temor a que el pensara mal se había conformado con esas noches de polvos tristes, cortos e incluso insufribles.  Por lo que había sido mejor cuando sencillamente dormían el uno al lado del otro, sin tocarse, sin hablarse e incluso ignorándose mutuamente.
Pero ella estaba decidida a renovar la pasión pues creía que el hombre frío que se encontraba recostado en la cama y que empezaba incluso a expeler algo así como un hedor agrio y fuerte, podía ser más ardiente que el muerto en vida con el que siempre había vivido.

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