La palabra se me
convirtió en un vicio.
Yo hablo poco.
Escribo mucho.
Mis dedos no saben
guardar secretos
y acarician el lápiz
y el papel
o el teclado
y cantarinamente
dejan su huella.
Mi tristeza Se dibujará sólo un instante en un brillo o en un oscurecimiento de mi mirada. De ahí en más. Si alguna vez acaso, se asoma po...
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