sábado, 7 de septiembre de 2013

Un espantalaras





Tenía una prisa espantosa y por si fuera poco caía un aguacero bárbaro.  Se cambió los zapatos, se puso botas y medias gruesas, Jeans en lugar de ese pantalón corto, una blusa más adecuada para el frío, su hermoso abrigo negro que la hacía sentir hasta sexi, la bufanda de seda azul que le encantaba aun cuando picaba un poco y salió cubriéndose con el paraguas más grande que encontró.
Al cabo de unos diez minutos o quizá un poco más el aguacero paró, el viento alejó las nubes negras que aún quedaban sorprendidas sobre el cielo azul más impactante y brilló y calentó el sol de tal manera que quemaba.
Pensó en el dicho ese de que cuando el pobre saca la cobija al sol; llueve y complementó su perorata agregando…  ¡Mierda!  Ahora sí que me voy es a asar. 

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