Sol la observa desde lejos. Quiere acercarse a ella, deslizar sus manos candentes por esos cabellos plateados, tan brillantes. La desea con locura; tanto que a veces intenta ir más lentamente para esperarla. Ella por tiempos redonda y sonrosada lo mira y otras con una sonrisa coqueta le guiña los ojos.
La desea. Espera que algún día luna se acerque tanto, que pueda
acariciarla. O que quizás también, sea ella quien pierda la timidez que
la caracteriza y lo bese.
A veces, Luna lo cubre y entonces Sol
la abraza, la posee. En aquel
momento y siendo tan pudorosos ambos, oscurecen el mundo para amarse. El milagro dura tan solo unos minutos, que
deben alcanzar por muchos años.
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