Rex
Laura quería un perrito. Insistía en eso y su padre que es un alcahuete decidió conseguirle uno. Yo decía en que no, pues no quería las responsabilidades que implica tener mascota en la casa. Y aun cuando ellos mi hijo e hija decían que se harían cargo yo sabía que eso nunca sería cierto.
En el periódico publicaron el aviso de tres cachorros Schnauzer, dos sal
pimienta y uno blanco. Salimos con la intención de conseguir el blanco
pero al llegar y vernos "el flaco" como lo llamaban en el criadero
enamoró a los niños y por supuesto nos compró a todos.
No lloró al separarse de sus padres y tranquilamente se sentó en el
carro en medio de los niños sin dejar de volear ese pedacito de cola que le
habían dejado.
Era chiquitito, dijeron que tenía tres meses pero al ver los papeles nos
dimos cuenta que tenía dos. No podía subir las escaleras y mientras
aprendió a no hacer dentro de la casa sus necesidades mi hijo durmió con él en
el primer piso con la puerta del patio abierta para que pudiera salir a hacer
pipi o popo y aprendiera más fácil. Y eso que Bogotá es una ciudad fría
pero al niño no le importaba.
Le enseñamos a subir las escaleras y también a trepar a las camas.
Nunca hemos sentido a esos peludos como mascotas sino como a miembros de la
familia a los cuales hay que cuidar, proteger y querer con la misma intensidad
con la que ellos nos quieren.
Fue creciendo con nosotros y nosotros con él, en un lapso muy corto de
tiempo se quedó ciego y sufría además del hígado y hasta de los riñones, pero
nunca se mostró triste o enfermo y siempre lo vimos feliz y amándonos
mucho.
Laura era la niña que debía cuidar y proteger y con la cual jugaba al
escondidijo. Si le preguntábamos: Rex, ¿Dónde está la niña?
Paraba sus orejitas y corría a buscarla. Con Ricardo Jr. eran los amigos,
los parceros, los compañeros. Amaba al consorte y a mí me cuidaba y
me enseñaba a ser una mejor persona. Me aconductaba y daba quejas de mis
comportamientos.
El domingo Laura le vio el pequeño tumor en su patica, le hicieron
curación con toda clase de cosas y pareció que mejoraba, pero de todas formas
el lunes se llevó al médico y se le hicieron análisis de sangre. El
veterinario por algún motivo que desconozco no me había gustado y les pedí a
los Ricardo que lo llevaran a otro, pero era el que ya lo había visto antes y
el que "conocía" los problemas del perrito, así que ellos lo llevaron
allá a pesar de mis recomendaciones.
Él dijo que estaba más malito del hígado pero que igual había que
retirar el tumor con una pequeña cirugía y que había que mandarlo a analizar
por malignidad. Así que ayer a las ocho de la mañana había que llevarlo a
la clínica y dejarlo para el procedimiento que sería a las diez. Dijo que
lo estaría entregando más o menos a la una de la tarde.
Lo dejamos e hicimos una cantidad de cosas que había que hacer y a la
una fui por él. Lo vi sentado en la camilla y pensé que se estaba
recuperando, pero salió el médico y me dijo que apenas iba a hacer el
procedimiento, que había estado muy ocupado en la mañana y que yo lo llamara a
las dos para ir por Rex. Le dije que el perrito había aguantado hambre y
temor todo el día, pero aun así me fui para la casa. En el camino llamé a
Ricardo y le conté y luego recibí mensajes de mi hijo preguntando y le respondí
lo mismo. Unos veinte minutos después me llamó el consorte a darme la
noticia.
El perrito hizo paro cardiaco apenas le aplicaron la anestesia y no hubo
forma de recuperarlo.
La gente no entiende.
Unos dicen que dejó de sufrir; pero él no sufrió a nuestro lado.
Que ya está en un lugar mejor, pero el mejor lugar era a nuestro lado.
Yo de corazón espero y deseo que este en un lugar mejor y que al cabo del
tiempo necesario nos reencontremos con él para volver a disfrutar del cariño
realmente desinteresado que nos ofreció. Las personas de una manera u
otra necesitan algo de nosotros... así solo sea compañía. Estos
animalitos nos aman sin esperar nada a cambio.
Yo lo voy a extrañar mucho, mis hijos
lo van a extrañar mucho. El consorte lo va a extrañar mucho.
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