Tenía que asirlas, pero se le escapaban... a veces solo eran letras confusas como gorjeos de niños o aves. Otras palabras completas y hasta complejas, que no lograban reunirse o hacer filas. Las imaginaba como niños en los colegios de primaria. Bailoteaban y reían, jugaban al alcánzame o al encuéntrame o tan solo al reúnenos.
Eran incluso similares al juego del ahorcado. Y a veces encontrar la letra que encaje no te
conduce a nada.
Era tan difícil agarrarlas, que pensaba tomarlas letra a letra e irlas
atando a ver si por fin reunía las suficientes para escribir una historia
corta... cortísima. O un haiku, un poemilla.
Y es que a veces las palabras se
hartan de atragantate y vuelan.
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