sábado, 21 de septiembre de 2013

Vampiro





Y me vi entre el ataúd, envuelta toda en encajes blancos.  Blanca yo; casi tanto como la mortaja aquella que se enredaba en mi cuerpo como en epocas anteriores las abuelas envolvían a los recién nacidos para "enderezarles las piernas".  Y me sentí rígida  fría.
Y me miré más profundamente y note mis ojos cerrados, apretados, y vi mis labios rojos, muy rojos y note un par de brillos blancos, resplandecientes  a los lados y en las comisuras algo más rojo y brillante aún;  más que mis labios... sangre.
Ahora la sangre estaba fría como mi cuerpo, como mi alma.  Pero antes estuvo caliente, e inundaba mi boca, mi garganta y mi ser dándome vida. 
Y ahora no solo me vi, sino pensé... ¿A qué hora "infausta o divina" terminé siendo un vampiro?
Y luego me desperté y ya no vi nada... estaba todo muy oscuro.

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