Soy perezosa de nacimiento. Así que procuro suavizarme el trabajo tanto como se pueda.
Me estoy duchando y mi mirada se dirige a la esponja de alambre que
siempre tengo ahí para con el pie o con la mano dar una restregada para que la mugre no se acumule tanto y luego
resulte más sencillo asear.
Entonces mi mirada se dirige a ella.
Yo me siento tan sucia que deseo limpiarme a fondo, no como todos los
días con agua caliente, estropajo y jabón. Tomo entonces la esponja y empiezo a frotarme bien. Al
principio con suavidad para no herirme y luego ante la resistencia de la
suciedad más fuerte. Por fin la mugre
sale y fluye purpura y dorado hacía el
drenaje.
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