viernes, 9 de mayo de 2014

Dragón




A mí también me habría gustado despertarme sola a medianoche y no hallarme con aquel dragón. ¡Aquel maldito dragón que devoró mi fe en la gente, mis ilusiones, mi hoy! Me habría gustado, por ejemplo, salir a la calle sin miedo y encontrarla, allí, mamá; a usted y a mis hermanos. O que aquel diciembre fuese un recuerdo bonito de festejos familiares y no el recuerdo de una carrera para huir de un desconocido. Habría querido ser heroína. Y matarlo lentamente con una gran espada. Y que no cabalgara sobre mí el maldito dragón ladrón que se tragó mi fe en la vida. Pero fue tarde cuando supe de espadas… y me habitaban muchos dragones todos los recintos del alma. De noche, asustada, aún me visita el maldito dragón que me asfixia, me corroe y pervierte mis más lejanos recuerdos. Y le odio, por no dejarme blandir mi espada para saciar mi sed de venganza. Cada noche, en el silencio de un sollozo, vuelve el dragón a convertirme en doncella mancillada. Y la niña que se esconde en el ático de mis recuerdos, gime cada noche, odiando a la humanidad de un dragón con cara de señor que cabalga en mi inocencia.
B. Osiris B.

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