El cielo se obscureció de pronto. Ella apenas si lo notó, alargó el brazo y encendió la luz. Siguió leyendo pues el crimen sobre el que leía se volvía cada vez más horripilante. Una mujer sola, leyendo en un cuarto es asesinada con saña. Fue terriblemente torturada antes de fallecer. Le da miedo pero no desea abandonar el libro que la tiene entre encantada y horrorizada.
Lee lentamente, el curso de lectura rápida que hizo en la universidad
hace años, no le sirvió de mucho pues la ortografía y sintaxis empeoraron
tremendamente; y con el correr del tiempo regresó a la lectura más comprensiva.
Deja el libro a un lado y se levanta, va a la cocina, prepara café,
destapa un paquete de galletitas y regresa. Retoma la lectura
despacio. Piensa en lo que tiene que hacer al día siguiente y por un
momento pierde la concentración y por lo tanto la trama, así que al cabo de
unos minutos debe devolverse unas cuantas hojas para retomar el control y entenderlo
mejor. No desea perderse en el contexto.
Siente sueño; mira la cantidad de hojas que le faltan para terminar y
poniendo un separador entre las hojas, deja el libro sobre la mesa de noche y
se recuesta.
Se gira en la cama y en un rincón del cuarto lo ve. Lo ha venido
viendo desde hace ya unos años; cuando empezó a leer el best seller. Es el asesino en serie que esta noche no matará
a ninguna dama, ni la golpeará con saña.
La mujer sonríe pues sabe que
mientras ella no termine de leer el libro, pero finja interés; el pobre
hombre, tendrá que permanecer en el
rincón de su cuarto; esperando por ella.
Patricia Lara P.
No hay comentarios:
Publicar un comentario