Azul
Edelmira sabe que está mal comerlas,
especialmente después de haberse recuperado -no sin muy intensos tratamientos-
de su onicofagia y de la tricotilomanía que casi la hacen morir de una
obstrucción intestinal. Lo sabe, es totalmente anómalo su comportamiento,
pero no puede evitarlo, ¡es tan agradable la sensación que ellas le dan
mientras se reproducen en sus adentros, que se le hace muy difícil dejar de
tragarse enteras aquellas enormes larvas! Y no, no es por hambre,
¡es por amor al arte!, para saberse creadora y artesana: con
solo abrir sus labios, tiñe de azul los aires; y Edelmira se maravilla de
esa sorprendente oleada de enormes moscas azules que salen de su boca y vuelan
-cual tornasoladas pompas de jabón- a su alrededor y luego se alejan, imitando
a las mariposas.
Sí, Edelmira se siente creadora, una artista que deglute escuálidas y gordas larvas, pero que mientras recita un poema, adorna el cielo citadino con azules moscarrones.
Y así, de una manía a la otra, Edelmira deglute, regurgita ¡y crea!
Sí, Edelmira se siente creadora, una artista que deglute escuálidas y gordas larvas, pero que mientras recita un poema, adorna el cielo citadino con azules moscarrones.
Y así, de una manía a la otra, Edelmira deglute, regurgita ¡y crea!
Belkis O. Bocaney
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