Amaneciendo
El otro día cuando me desperté y después
de estirarme como gata, después de frotarme los ojitos, después de mirarme un
buen rato las manos como si pensara pero en realidad sin hacerlo. Logré
bajar las piernas al suelo. Ambas al tiempo; por delicadeza y elegancia y
además cuidando no levantarme con el pie izquierdo. Metí las paticas en
las sandalias y observé mis pies con lindas uñas rojas y vi que las sandalias
las tengo hace tanto, que ya deben hacer parte de mi cuerpo. Logré
estirar las piernas lo suficiente como para poder levantarme. No sé si
crují pero lo cierto del caso es que fue duro el proceso. Logré llegar al baño
y ahí al fondo; el espejo me devolvió el reflejo de una mujer greñuda y muy
cansada. A lo mejor no es la realidad sólo que con el tiempo me he dado
cuenta que con frecuencia me maltrato. Me lavo los dientes con un cepillo
rosa y poca crema. Ya luego y con los dedos; intento peinarme un
poco, me acomodo las gafas y me miró de nuevo. Me gusta la forma de mis
ojos, amo mis cejas. La textura de mi cabello me encanta aún a pesar de
que las canas se asoman de nuevo. Le sonrió a mi reflejo y me
saludo. Me deseo un día magnífico. He intento iniciar el día plenamente
identificada con la mujer que soy.
Patricia Lara P.
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