sábado, 1 de octubre de 2016

Ella



Ella. 


Estaba maldita.  Desde chiquita se lo repetían por lo menos tres veces al día. La comida se le amargaba antes de que llegara a sus labios ya tristes y marchitos debido esto, a la carencia de sonrisas.
Creció sabiéndose perdida para el mundo, para el amor, para la vida.
Un dolor casi físico constante la embargaba se sabía asesina.  Pues la acusaron de la muerte de su madre y cada que alguien fallecía también era su culpa.
Pensó siempre que la vida era sólo eso y esperaba con ansias su propia muerte para seguir sufriendo en el infierno.  Jamás se imaginó que pudiera existir algo mejor.
Un día, un secuestro la alejó del hogar, del sufrimiento.  A pesar de que todos sus compañeros se quejaban para ella eran la gloria, las largas caminatas, la comida mal servida y fría, dormir bajo las estrellas al lado de otros seres humanos.
Además de que su familia no quiso pagar el rescate y se volvió propiedad de sus captores para siempre.
Ahora camina rápida y feliz pues no desea perderlos de vista.

Patricia Lara P.

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