A un desconocido
Le confieso ahora a un desconocido que mi aversión por el mundo no es la misma que por los sujetos que lo habitan, y más aún mi aversión se extingue cuando pienso en mi deseo casi impuro de besar, Pero no besar como usted ni ella besan, sino besar muchas bocas, así siendo infiel a las otras. Amo besar mil bocas errantes,
Estrábicas , de esas que vagan pululantes
Me encantan las bocas malditas del buen hombre,
me gustan, que sepan distinto
Que se muevan como pulpo gigante ya extinto.
Me gustan que sepan a cal,
a piedra lumbre y sal
Me gustan de esas que son duras como roca
ásperas como el odio y la sorna
me gustan esas que dan besos silenciosos y tímidos,
me gustan las bocas en las que los dientes estorban,
esas en las que los besos no fluyen, pero son imparables
esas que huelen a cigarrillo de antaño,
esas que son tan conocidas y de las que no queda más que costumbre,
esas que llevo besando ya tiempo y se me hacen siglos
esas que ya conozco, otras que me encuentro casi siempre en la calle,
que suben y bajan paredes como arañas, como cucarachas hambrientas
me gustan esas que saben a ámbar,
que suenan como lluvia,
que son como un día en el que no escampa
me gustan esas y estas, y la de él y la del otro del día ya pasado,
Me gustan las bocas que saben y que huelen,
me gusta besarlas sin cansancio,
me gusta aprisionarlas y ahogarme en el aliento ajeno,
en el suspiro prestado del que se desvanece al instante.
Me gusta, y si quiere usted desconocido, saber que amo el sabor de las bocas,
pues acérquese y compruebe, porque amo las bocas que saben a lo que creo que sabe la suya
Esas que saben a tristeza,
y ame usted la mía que sólo sabe a amargura.
Sofía Lara L.
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