sábado, 2 de julio de 2011

A un desconocido

A un desconocido

Le confieso ahora a un desconocido que mi aversión por el mundo no es la misma que por los sujetos que lo habitan, y más aún mi aversión se extingue cuando pienso en mi deseo casi impuro de besar, Pero no besar como usted ni ella besan, sino besar muchas bocas, así siendo infiel a las otras. Amo besar mil bocas errantes,

Estrábicas , de esas que vagan pululantes

Me encantan las bocas malditas del buen hombre,

me gustan, que sepan distinto

Que se muevan como pulpo gigante ya extinto.

Me gustan que sepan a cal,

a piedra lumbre y sal

Me gustan de esas que son duras como roca

ásperas como el odio y la sorna

me gustan esas que dan besos silenciosos y tímidos,

me gustan las bocas en las que los dientes estorban,

esas en las que los besos no fluyen, pero son imparables

esas que huelen a cigarrillo de antaño,

esas que son tan conocidas y de las que no queda más que costumbre,

esas que llevo besando ya tiempo y se me hacen siglos

esas que ya conozco, otras que me encuentro casi siempre en la calle,

que suben y bajan paredes como arañas, como cucarachas hambrientas

me gustan esas que saben a ámbar,

que suenan como lluvia,

que son como un día en el que no escampa

me gustan esas y estas, y la de él y la del otro del día ya pasado,

Me gustan las bocas que saben y que huelen,

me gusta besarlas sin cansancio,

me gusta aprisionarlas y ahogarme en el aliento ajeno,

en el suspiro prestado del que se desvanece al instante.

Me gusta, y si quiere usted desconocido, saber que amo el sabor de las bocas,

pues acérquese y compruebe, porque amo las bocas que saben a lo que creo que sabe la suya

Esas que saben a tristeza,

y ame usted la mía que sólo sabe a amargura.

Sofía Lara L.

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