Hay días en que todo me duele
Y soy como una mimosa que al menor contacto del aire incluso
Me hace recogerme en mí y guardo lo que siento,
Incluso energías y hasta palabras.
Hay días en que todo me duele
Y el menor pensamiento me humedece el alma
y los sentidos se crispan.
Hay días en que todo me duele
y hasta respirar el aire que otros vician me daña
y deseo dejar de sentir y de pensar.
Hay días en que todo me duele
y saber que lo que siento no le importa a nadie
me duele aun más.
Hay días en que todo me duele
y deseo un caparazón de tortuga
-pero no deseo vivir tanto como ella-
para ni ser, ni necesitar su escudo.
Hay días en que todo me duele
y solo deseo guardar prudente silencio
y deseo no pensar
para no sentir dolor e incluso odio.
Pues aun cuando el odio daña el alma
y el cuerpo
uno no puede dejar de sentirlo
-a veces-
y es en ese momento en que deseo
hibernar
solo dormir sin sueños en colores
ni pesadillas negras.
Dormir, solo dormir y no sentir dolor ni alegría
pues cuando a uno todo le duele
hasta la alegría causa sufrimiento.
Hay días en que todo me duele
y no deseo dolor.
Pues yo ni llorar puedo.
Hay días en que lastimosamente
todo me duele.
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