sábado, 23 de noviembre de 2013

Yo, bruja (y Murphy contra mí)




Llegaron en cambote una, dos tres… ¡mil gotitas de lluvia! Me ataron a una cálida cobija llena de pelusas y a un peluche de perro que dijo llamarse Bruno. En vano traté de huir, de partir a zancadas de este lugar. Reían escandalosamente al ver mi desespero por escabullirme y mis infructuosos esfuerzos. En la esquina, un el espectro de un anciano de apellido Murphy reía mientras leía una carta de notificación dirigida a mí. En el encabezado se leía “Prueba extraordinaria” y una fecha que apenas puedo recordar. En el borde inferior, el sello del Ministerio de Magia avalaba la comunicación.

Afuera, en algún lugar de la ciudad, moría mi esperanza de aprender un poco más y se tendía un puente al desespero. En vano recurrí a pociones y hechizos. El conjuro de la lluvia termina al amanecer y hasta ese momento he de esperar. Está visto que su fuerza es mayor que la mía y aún no estoy lista para el combate. Mi caldero, mi varita y mi libro de hechizos se revuelven en el baúl al pie de esta cama; chisporrotean ansiosos. Mi raído sombrero, desde la ventana, me invita a tomar la escoba y partir. He de defraudarlos solo por hoy. ¡Mañana será otro día!
B. Osiris B.

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