lunes, 4 de noviembre de 2013

Mis dos hermanas





Salí de mi casa, de la tierra que me vio nacer rumbo a Medellín.  No conocía a nadie, no tenía familia allí  y me sentía realmente triste, sola y mal; muy mal.   De todas formas estaba casada y sentía y siento que la familia debe estar siempre unida.
Apenas llegar; dos mujeres me adoptaron como su hermanita.  Fueron las tías de mis hijos y me permitieron ser tía de los suyos.  Y no solo eso, me prestaron sus padres y sus hermanos.
Me fui de Medellín, regresé y me volví a ir.  Y ellas nunca dejaron de ser mis hermanas.  Nosotras lloramos de felicidad con el nacimiento de los nietos y de tristeza con las situaciones que enlutaron nuestras almas.
Ahora las extraño mucho y lamento no estar a su lado para abrazarlas y seguir compartiendo con ellas alegrías y dolores.

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