Recordé mi infancia y mi adolescencia. Aquellos días en que al abrir la
puerta se entraban las nubes a bailar en la sala. Y a pesar de que no me
gusta el frio, si disfruté el recuerdo.
Recordé que la
preocupación mayor. A pesar de la pobreza y de tanto "abandono"
era levantarse para ir a estudiar.
Recordé mis
hermanos y sus ojos, brillantes y sonrientes. Sobre todo los ojos de Carlos Eduardo, que fue alegre y feliz casi
siempre.
Recordé al mirar
hoy fuera de mi ventana los ojos pensativos de mi hermano Jaime Alberto,
siempre tan pausado.
Recordé que fui muy afortunada pues
los tuve a ellos, a mis hermanos. Y a pesar de que no todo fueron risas,
si fueron las más. Así que recordé con añoranza que fui feliz, al ver la
nube queriendo entrar por mi ventana a mi cuarto y ya no danzar como antaño
sino recostarse un ratico en mi cama a conversar conmigo.
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