viernes, 22 de noviembre de 2013

De vida o muerte




Y ahí estaba el pobre hombre.  Atrapado en una noche eterna en un pueblo lleno de fantasmas, en un cuarto sucio y maloliente y metido entre unas cobijas polvorientas que lo ahogaban y que desgranaban piquetes a diestra y siniestra.  Y es que las pulgas aquellas sí que estaban bien vivas y sedientas.
Esperaba que pasara la noche y por fin saliera el sol brillante y con sus rayos dorados espantando tanto muerto en pena.  Pero no.  El día no llegaba.  Y curiosamente los piquetes cesaron igual a como habían empezado.  Respiraba mejor y el espanto había cesado también.  Era la paz luego de la tormenta o mejor la muerte después de la vida.  Y la vida no es como la muerte… eterna.

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