lunes, 4 de noviembre de 2013

Vida cotidiana


Un sabor acre me obnubila el gusto.
El sabor amargo de tanta verdad
ahoga la dulzura de las sutilezas adecuadas
(políticamente correctas, socialmente aceptadas).
A esa entrega llegué tarde.
Temprano a la crudeza y la realidad,
aunque duelan
–a mí o a otros-.
Sojuzgo las conductas.
La mía, la tuya,
con razón
o sin ella.
Me huelen mal las traiciones,
los golpes bajos
y el afán desmedido por ser más que el otro
y no uno con el otro, en esta senda que juntos recorremos.
Y me critico,
me analizo,
me rechazo,
te rechazo,
me distancio,
te anulo,
me niego en la esencia maravillosa de la cocreación…
¡Caótica!,
así es mi perspectiva de una ruta que se me hace infinita.
Vivimos cada día;
también morimos un poco en cada nueva jornada.
Las distancias se estrechan,
los tiempos se acortan,
y cada vez somos más.
Somos menos.
El ser pierde su esencia.
Nos diluimos.
B. Osiris B.

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