sábado, 23 de noviembre de 2013

Evolución




A una orden del bachaco fundillúo, comenzaron a atacar. Solo bastó una señal. El primer día solo vi a los zánganos y a una que otra ninfa. En el segundo amanecer fui despertado por un estruendo ensordecedor. ¡Venían de todos lados!, ¡atacaban por todos los flancos! Al tercer día llegaron los bachacos depredadores. Corrían de un lado a otro, de allá para acá, en una vorágine consumista como nunca se vio en el gran platanal. Comieron hasta más no poder, hasta regurgitar por los ocelos toda la ingesta. Luego del quinto día, en el clímax de su avanzada voraz, intentaron tragarse las púas del cercado. Unos regresaron sobre sus pasos, otros se atragantaron y muchos otros, al ver que no habría nada más una próxima avanzada, rescataron raícen, semillas y frutos para almacenar. Los menos, los que aún podían avizorar el futuro, se dedicaron a la siembra y el cultivo. Nada parecía haber ocurrido, a pesar de la debacle, no era tema de conversación. Se aparearon con paz y sin ella. Y nacieron nuevas crías que crecerán en sana convivencia hasta que el aparezca el próximo bachaco culón con ideas libertarias.
B. Osiris B.

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