sábado, 9 de noviembre de 2013

Amargura





Nada más nacer y ver la luz soltó el primer berrido, desde ese instante supo que todo lo demás serían llantos.  Su madre perdió la vida dándole la suya y fue culpada por eso.   La llevaron a un orfanato ya que su padre no quiso cargar con ella; pues la consideraba una asesina.  Las monjas nunca la amaron y tan pronto pudieron la entregaron a una familia que tampoco la quiso.  Creció porque su destino era ese.  Jovencita conoció a un patán que la engañó, aun cuando se casó con el infeliz, este la hizo sufrir todos los días de la vida y también todas las noches.  Envejeció llorando, la cara surcada de arrugas y haciendo honor a su nombre;  Amargura, murió en la más terrible soledad.   

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