Tomo tu corazón entre mis manos.
Abrí tu pecho
y lo vi latir veloz
y luego más pausado,
al final... nada.
Ahora gotas de sangre
fluyen de tu corazón
se deslizan entre mis dedos
y crean en el piso
y crean en el piso
una mancha roja
brillante
hermosa.
Lo giro entre mis manos
busco la forma más adecuada
para tallarlo con cuidado.
Pétalo a pétalo
lo voy construyendo
para poder por fin
vivir en una flor
en una rosa
rojo rubí
brillante
y tan hermosa.
Me ofreciste tu corazón por siempre
y ahora
yo habito en él
que se ha convertido en una rosa
brillante
¡Y tan hermosa!
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