Una bruja perversa y mala
celosamente ocultaba
en su ancho y sucio mandil
una suculenta manzana
previamente envenenada
para una dulce chiquilla
que Yolanda se llamaba.
que Yolanda se llamaba.
Deseaba darle muerte
o en el peor de los casos
hacerla dormir diez años
para así poder gozar
del caballero español
que le negaba su amor
que le negaba su amor
ya que estaba él prendado
y locamente enamorado
de aquella hermosa mujer
que Yolanda se llamaba.
Llegó ante la dama hermosa
y le ofreció la jugosa
y le ofreció la jugosa
y colorida manzana
y la tentó de tal forma
que no logro decir ya nada.
Durmió uno, dos, tres años
Cinco, ocho y hasta diez
y el caballero de España
ni un segundo la dejó
Se trasladó hasta el jardín
donde Yolanda dormía
y a su lado él acampó
llenándola de caricias
hasta que por fin un día
Yolanda se despertó.
Ahora viven muy felices
Y hasta comen perdices.
La bruja; pobrecita ella
No encuentra nada que hacer
Más que llorar y reír
Y esperar hasta su fin.
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